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jueves, 2 de enero de 2014

PARA LA REFLEXIÓN




VIDA NUEVA
(Publicado en el diario "Yaracuy al Día" el 31 de diciembre de 2013)


Helen Patricia Puertas
El fin de año representa la apertura a las oportunidades. Como el renacer del ave fénix, resurgiendo más hermosa de sus propias cenizas. Culmina un año que estuvo signado por hechos que marcaron a todo un pueblo, y más allá de la geografía nacional, traspasando fronteras e ideologías. Ese cambio también representa la transformación de la sociedad, de las estructuras e instituciones, pero sobre todo de la forma de concebir la conducción de los gobiernos, porque es esta la base sobre la cual se sostiene el orden de las naciones.
Por ello, la gran responsabilidad de los gobernantes, pero –no es atrevido afirmarlo- sobre todo de los identificados con el proceso revolucionario. Porque no puede quedarse un postulado tan noble como el humanista y socialista, en solo el verbo. Es la acción lo que demuestra la fuerza del verbo. Entonces el verbo se hizo tierra, se hizo hombre y se hizo mujer. Con solo el aliento divino. Es lo que supone un pueblo esperanzado que por cierto, todavía necesita seguir madurando. La responsabilidad de seguir avanzando en positivo–valga la redundancia- no es solo del Presidente Maduro. Es de un equipo que en colectivo gobierna junto al pueblo empoderado, al lado de los funcionarios y de los ciudadanos que se desempeñan desde cualquier ámbito; sea el público o privado, sea ama de casa, estudiante, educador, vendedor informal, trabajador doméstico, del campo, comerciante, del consumidor. En fin, es la responsabilidad compartida representada en la apertura al diálogo convocada por el primer mandatario, a sabiendas de que es necesario abrir las puertas al diálogo, dejar a un lado las diferencias, respetándolas pero recordando que lo importante es el pueblo, un pueblo que decidió democráticamente su destino en un ambiente absolutamente democrático.
Y continuará la revisión profunda de cada conciencia, los planes, luego los proyectos, luego las realidades, de la mano la voluntad Divina que dirige cada hoja que se mueve pero que privilegia el libre albedrío. La libertad de acción que heredamos con sus consecuencias por la impertinencia de Adán y Eva, y que todos los días nos dispone ante las decisiones. Si el trabajador público se corrompe o no; si los usuarios buscan subterfugios no convencionales; si el empleado privado burla la confianza del jefe; si el ama de casa sostiene el orden o no lo hace; si el estudiante estudia o se copia; si el educador educa o corrompe; si el comerciante especula o acapara; si el consumidor revende y hace su propio negocio; si la trabajadora doméstica le sustrae a su jefa algo de detergente, artículos de consumo o ropa; si el trabajador del campo trabaja o revende la tierra asignada. Si el gobernante gobierna con eficiencia socialista.
El Presidente ha convocado al pueblo a sostenerse en la inspiración para ser mejores. Y esto solo se logra al comprender la trascendencia de cada acción acometida. Es oportuno el momento del renacer para lo constructivo y repensar los mensajes, sustituir las ideas por otras mejores y que las generaciones que hoy son niños y adolescentes, y que por alguna razón se hayan visto influidos por mensajes de odio, rencor, resentimiento, segregación, puedan encontrarse en ambientes de amor y reencuentro, donde impere además las solidaridad, que no es más que la identificación con el otro, y solo en ese momento se entenderá lo que significa ser el prójimo de otros.
Se puede aprovechar esta época para rescatar la conversación, enseñar con el ejemplo, valorar lo espiritual, apreciar la naturaleza, y todo esto no es más que amar a Dios, y pedirle que proteja a este pueblo de sus propios impulsos y pedirle que nos dé más optimismo,  fortaleza, creatividad, amor y nos haga mejores.
La inmediatez de obtener un lucro rápido y sin esfuerzo, desvía la atención de la creatividad que todos poseemos. Y esta tendencia, producto de un exacerbado espíritu consumista, ha de ser erradicada para valorar lo que se debe valorar en su justa dimensión humana y espiritual.
Lo demás es trabajo, pero trabajo con transparencia, con honor, con dignidad. Son los principios que enaltecen y hacen magnánimo un espíritu, no para alimentar la vanidad sino para ser constructores de un presente mejor. Responsables serán los gobernantes al rendir cuentas al pueblo, responsable será el pueblo en el ejercicio del poder comunal. Y al condenar a un gobernante que no haya una paja en su propio ojo. Mientras más alta la investidura, más cercano a la realidad ha de estar la persona para no perder nunca el norte, y dar el lugar honorable que le corresponde a sus responsabilidades, que están plasmadas en la ley, y sobre el territorio de Bolívar se encuentran expresamente señaladas en un poema que hoy es ley, y que es el Plan de la Patria, instrumento reconocido hasta por los adversarios, quienes definitivamente han entendido que la vía es el Socialismo.
Lo importante es que esto no lo olviden ni los unos ni los otros. Y tampoco el pueblo.