VIDA NUEVA
(Publicado en el diario "Yaracuy al Día" el 31 de diciembre de 2013)
Helen Patricia Puertas
El fin de año representa la apertura a las oportunidades.
Como el renacer del ave fénix, resurgiendo más hermosa de sus propias cenizas. Culmina
un año que estuvo signado por hechos que marcaron a todo un pueblo, y más allá
de la geografía nacional, traspasando fronteras e ideologías. Ese cambio
también representa la transformación de la sociedad, de las estructuras e
instituciones, pero sobre todo de la forma de concebir la conducción de los
gobiernos, porque es esta la base sobre la cual se sostiene el orden de las
naciones.
Por ello, la gran responsabilidad de los gobernantes, pero
–no es atrevido afirmarlo- sobre todo de los identificados con el proceso
revolucionario. Porque no puede quedarse un postulado tan noble como el
humanista y socialista, en solo el verbo. Es la acción lo que demuestra la
fuerza del verbo. Entonces el verbo se hizo tierra, se hizo hombre y se hizo
mujer. Con solo el aliento divino. Es lo que supone un pueblo esperanzado que
por cierto, todavía necesita seguir madurando. La responsabilidad de seguir
avanzando en positivo–valga la redundancia- no es solo del Presidente Maduro.
Es de un equipo que en colectivo gobierna junto al pueblo empoderado, al lado
de los funcionarios y de los ciudadanos que se desempeñan desde cualquier
ámbito; sea el público o privado, sea ama de casa, estudiante, educador,
vendedor informal, trabajador doméstico, del campo, comerciante, del consumidor.
En fin, es la responsabilidad compartida representada en la apertura al diálogo
convocada por el primer mandatario, a sabiendas de que es necesario abrir las
puertas al diálogo, dejar a un lado las diferencias, respetándolas pero
recordando que lo importante es el pueblo, un pueblo que decidió
democráticamente su destino en un ambiente absolutamente democrático.
Y continuará la revisión profunda de cada conciencia, los
planes, luego los proyectos, luego las realidades, de la mano la voluntad
Divina que dirige cada hoja que se mueve pero que privilegia el libre albedrío.
La libertad de acción que heredamos con sus consecuencias por la impertinencia
de Adán y Eva, y que todos los días nos dispone ante las decisiones. Si el
trabajador público se corrompe o no; si los usuarios buscan subterfugios no
convencionales; si el empleado privado burla la confianza del jefe; si el ama
de casa sostiene el orden o no lo hace; si el estudiante estudia o se copia; si
el educador educa o corrompe; si el comerciante especula o acapara; si el
consumidor revende y hace su propio negocio; si la trabajadora doméstica le
sustrae a su jefa algo de detergente, artículos de consumo o ropa; si el
trabajador del campo trabaja o revende la tierra asignada. Si el gobernante
gobierna con eficiencia socialista.
El Presidente ha convocado al pueblo a sostenerse en la
inspiración para ser mejores. Y esto solo se logra al comprender la
trascendencia de cada acción acometida. Es oportuno el momento del renacer para
lo constructivo y repensar los mensajes, sustituir las ideas por otras mejores
y que las generaciones que hoy son niños y adolescentes, y que por alguna razón
se hayan visto influidos por mensajes de odio, rencor, resentimiento,
segregación, puedan encontrarse en ambientes de amor y reencuentro, donde
impere además las solidaridad, que no es más que la identificación con el otro,
y solo en ese momento se entenderá lo que significa ser el prójimo de otros.
Se puede aprovechar esta época para rescatar la conversación,
enseñar con el ejemplo, valorar lo espiritual, apreciar la naturaleza, y todo
esto no es más que amar a Dios, y pedirle que proteja a este pueblo de sus
propios impulsos y pedirle que nos dé más optimismo, fortaleza, creatividad, amor y nos haga
mejores.
La inmediatez de obtener un lucro rápido y sin esfuerzo,
desvía la atención de la creatividad que todos poseemos. Y esta tendencia,
producto de un exacerbado espíritu consumista, ha de ser erradicada para
valorar lo que se debe valorar en su justa dimensión humana y espiritual.
Lo demás es trabajo, pero trabajo con transparencia, con
honor, con dignidad. Son los principios que enaltecen y hacen magnánimo un
espíritu, no para alimentar la vanidad sino para ser constructores de un
presente mejor. Responsables serán los gobernantes al rendir cuentas al pueblo,
responsable será el pueblo en el ejercicio del poder comunal. Y al condenar a
un gobernante que no haya una paja en su propio ojo. Mientras más alta la
investidura, más cercano a la realidad ha de estar la persona para no perder
nunca el norte, y dar el lugar honorable que le corresponde a sus responsabilidades,
que están plasmadas en la ley, y sobre el territorio de Bolívar se encuentran
expresamente señaladas en un poema que hoy es ley, y que es el Plan de la
Patria, instrumento reconocido hasta por los adversarios, quienes
definitivamente han entendido que la vía es el Socialismo.
Lo importante es que esto no lo olviden ni los unos ni los
otros. Y tampoco el pueblo.