Por: Helen Patricia Puertas
He
descubierto un caballo volador. No es producto de mi fantasía, atribulada entre
la convulsionada realidad. Es que en verdad, hace pocos días salió volando uno,
viejo, bello y fuerte. Enamorado como el solo sabe hacerlo: de la vida, de la
belleza, enamorado del amor, de la tonada, del ladrido de los perros en la
noche; enamorado de la inmensidad del mar, pero sobre todo enamorado de la
llanura.
La
misma llanura que lo inspiró a enamorarse sin mirar el calendario y menos
prestar atención a la mirada despectiva hacia el hombre llanero. Fue entonces
que no solo demostró ser un caballo fuerte, sino que la imaginación rica en
aventuras del día a día, movieron su mano para escribir poemas que luego fueron
canciones. Sus canciones que encierran un mensaje de paz, amor, ternura y un
alto sentido de patriotismo.
ASÍ DE ESTA MANERA
CUANDO EL AMOR LLEGA ASÍ DE ESTA MANERA,
uno no tiene la culpa, pero uno si tiene culpa
al destruir Venezuela. La idea es hacer paz, amar sin tomar cuenta ni
horario, ni fecha en el calendario, porque para hacer el bien el tiempo es
eterno y para hacer el mal el tiempo si está contao. Y pregunto al ARBOLITO SABANERO ¿Qué está pasando
arbolito sabanero?
Y al
mirar atrás solo veo decir “QUE FUISTE
TÚ, QUE SI YO, QUE NO, QUE SI TÚ” quien causó el destrozo, porque aquellos que organizan
el desastre se escudan el rostro.
Pero
yo se que Venezuela es noble por naturaleza, y el buen venezolano, la quiere,
respeta y abraza, y se siente orgulloso de tenerla como patria.El BUEN VENEZOLANO, es
todo aquel que cuida y ama nuestro suelo y lo levanta en un puñado bajo el cielo y grita ¡viva, que la Patria es lo primero!.
¿Y
cómo no amar a Venezuela? Si llevamos su
luz y su aroma en la piel y el cuatro en el corazón para cantar
a los cuatro vientos que en Venezuela la mujer es corazón, fuego y espuela y el hombre para conquistar su corazón, no
regala flores sino completica la LUNA DE
MARGARITA y un mirador hacia el Mar de Las Antillas mientras recibe caricias sencillas, parecidas a las de
aquel BECERRITO, que las recibía de
su vaca mariposa, recordando a la
dulce Virgen María con su niño en el pesebre, pero con sabor a llano y
venezolanidad, pura y transparente como el corazón patriota del Venezolano que
ama su tierra. Al amarla no la destruye; la construye. Al amarla, la cuida, la
preserva y enaltece su flora, su fauna
y a su gente también. Por todo esto hay que pedirle a la Virgen del Valle, a la
Virgen bonita que proteja esta tierra, a la gente, ilumine el corazón de todos,
para que se fortalezca el que mira con alegría la vida y aquel contaminado por
amargos pensamientos sean silenciados con la fuerza imbatible del amor, porque toda pena tiene cura. Como tiene cura la anarquía si el gobierno hace justicia social y hace valer sus decretos, ejerciendo la
representación de Venezuela, tierra del
Libertador.
EL PARAÍSO ES UN LLANO
Parece
que hay personas tan sabias que saben cuando retirarse. Simón Díaz se
transforma en energía para volar al encuentro con Dios, en ese cielo que debe
ser un paraíso llanero, hermoso, con vacas, becerros, gavilanes, gallinas y
gallos a quienes deleitará con sus tonadas mañaneras, y el sonido del cuatro de
fondo. Se duerme cuando Venezuela se ve sacudida por una estampida de violencia
como para decir: “Miren acá, recuerden
que la vida es bella, y es para servir, para
construir y hacernos felices los unos a los otros… Es que después de
esta vida no hay otra oportunidad”. Se va en medio de una Caracas atacada
por unos cuantos, que como piedra en el zapato, causan molestia e incomodidad.
Su
hija escribió en twitter: “En nombre de
los que están queriendo llegar al Cementerio del Este a despedir al Tío Simón,
pido abran el paso”. Seguramente su familia ha querido compartir la
nostalgia con el pueblo, que tanto amó a ese Tío.
Para
la posteridad quedan sus poemas de amor por Venezuela, hechos canción; su
tierna sonrisa, su amor por esta tierra, sus ocurrencias. La representación de la
noble patria, toda ella hecha hombre. Un hombre que interpretaba los
sentimientos y le daba voz a los animales, haciéndolos protagonista de su
ritmo; dándole vida a los paisajes, como si ellos hablaran con su belleza
infinita, haciéndonos sentir orgullosos de esta tierra. ¡Si, caracha!... no me da pena afirmar, que, definitivamente
los caballos voladores existen. Y para prueba un botón: existe uno que ya voló al
encuentro con Dios.